Quizá la entrada sorprenda a los de que no viven en la capital gallega, pero es una rutina que se repite puntualmente verano tras verano. Los medios de comunicación se empeñan a fuerza de anuncios subvencionados en convencernos de que Compostela es un parque temático de historia, arte e indulgencias plenarias a poco que sudes un poco. Cierto que desde fuera se podría argumentar: pero ¿y los conciertos? ¿y las fiestas del Apóstol? ¿y toda la gente que la visita en verano y llenan de color y a veces de olor las callejuelas de piedra?. Pero la realidad es muy otra. Cuando se acaba el curso académico, miles de personas empacan sus cosas y se van de la ciudad en la que durante nueve meses, más o menos, estuvieron viviendo, bebiendo y de vez en cuando estudiando. Esa es la gente que da su carácter a la ciudad y de la que vive gran parte de la población. Los turistas ,los que vienen a los conciertos o los peregrinos no pasan ni una noche en la ciudad o si lo hacen, lo hacen en los albergues semireligiosos de los alrededores. Es bastante triste darse una vuelta una noche normal de Julio por la zona vieja.
Cuando el curso se acaba, Santiago echa el cierre. Julio presenta todavía algo de actividad. Muchos no han acabado aún los exámenes (algo que también cambiará el plan Bolonia) o aún no han presentado sus últimos trabajos de doctorado. El festival Via Stellae llena tres semanas con un cartel musical priviliegiado, y las fiestas patronales entre fuegos, conciertos y exaltación del traje gallego disimula la realidad: la verdadera savia de la ciudad está de recogida. Con estos mimbres Agosto en Santiago es demoledor.
Y este año encima, a mí me ha tocado el gordo. Entre las que te dejan y se van y entre los que se van y te dejan este veranito tengo que ver con cara de estúpido como muchas de mis mejores compañías en los últimos años se despiden de Santiago para empezar nuevos ciclos en sus vidas que, si todo sigue su curso normal, les abrirán unas perspectivas que me temo que les distanciarán definitivamente de la ciudad del Apóstol. Soy el primero en alegrarme por ellos y el primero en desearles ese éxito que sé que les alejará de aquí. Pero duele. Duele mucho despedirte de las personas con las que has compartido tanto.
Cualquier alumno de sub 1º de psicología diría que tendría que alegrarme con las experiencias vividas, las conversaciones tenidas, los viajes compartidos y las juergas corridas, pero uno es un melancólico (por si no lo había dejado claro la anterior entrada de este blog) y, para más inri, fetichista, por lo que pasar a partir de ahora por debajo de algún balcón verde de alguna calle santiaguesa me recordará de forma agridulce los buenos, excelentes, inolvidables y en pocas ocasiones, como debe ser, insuperables momentos que se vivieron allí dentro.
El escenario era sencillo: una mesa, unos sofás rojos sobre los que ha veces se caía uno rendido y otras inconsciente, un ordenador, libros,películas, música...La cantidad de libros y cedés eran las señas que indicaban que no se trataba de una casa de estudiantes habitual. Y un clavinova. Un clavinova que en más de un noche creó la sonoridad adecuada. Pero lo realmente inigualable de ese espacio eran sus habitantes: el habitual y los visitantes. E incluso por la gracia del teclado en algunas ocasiones se presentaron allí mismo tipos como Bach, Mozart, Beethoven, Händel y otros de similar ralea, a sugerirnos alguna cosa que necesitábamos oír o a abrirnos los ojos hasta ese momento entumecidos por la mediocridad...
Pero sobre todo por allí pasaron la compañía, las dudas, el alcohol, la amistad, la depresión, internet, la conversación, los soprano, múltiples risotti, la ilusión, el desamor, la risa, la pereza, el café, la edad media, la pedagogía, los viajes, la ópera, Frank Sinatra, el miedo, Italia, las entradas para conciertos, el tedio, la comprensión, las mujeres, la amistad, la música, sobre todo la música. En definitiva, la vida (que diría un Paulo Coelho cursi) en todas sus dimensiones: las sublimes y también las desalentadoras. Era la puerta de Alicia por la que se entraba en un mundo en el que Arte y Música nos consolaban de nuestro continuo disgusto con la sociedad.
Es muy difícil encontrar gente de la que puedas decir que te ha enriquecido la vida.
Se van. Se va. Tienen que irse.
Pero jode.
Jode, porque si de alguien tengo la certeza de que los hicieron y luego rompieron los moldes, es de esta gentuza que me ayudó a vivir mejor en estos últimos seis años.
Y sobre todo, jode porque sé que los voy a echar muchísimo de menos.
Buen viaje, hermanos.
Pues que joda: eres muy afortunado por haber vivido lo que cuentas.
ResponderEliminarGrande cosa è l'amicizia
ResponderEliminare quanto sia veramente grande
non lo si può esprimere a parole,
ma soltanto provare.
(san Juan Crisóstomo)
Amigo mío, junto a ti
no tengo nada de que excusarme,
nada de lo que defenderme,
nada que demostrar: encuentro la paz...
Más allá de mis palabras torpes
consigues ver en mí
simplemente al hombre.
(Antoine de Saint-Exupéry)