viernes, 6 de agosto de 2010

De la grandeza de don Carlos (Kleiber).

Como este blog trata de ser un reflejo y una exhibición impúdica de mis filias y fobias dedico esta entrada a uno de mis venerados directores. Un auténtico gigante de la dirección aunque quizá no muy conocido para para el gran público: Carlos Kleiber. Así, como suena Carlos, no Karl, pues, a pesar de su origen berlinés, los años juveniles que pasó en Buenos Aires le llevaron a preferir la versión castellana de su nombre.

En cuestiones artísticas es inútil al discusión de si es mejor éste o aquel, ya que difícilmente podemos encontrar cuestiones objetivas que nos sirvan como baremo. ¿Plácido o Pavarotti?, ¿Ronaldo o Messi?, ¿Belén Esteban o María Patiño?. Plácido tiene una carrera milagrosa, el número de papeles que aborda con éxito es ya legendaria, su entrega en escena -soportada por unas notables cualidades como actor- es muy efectiva, su estado vocal a los setenta años es desde todo punto envidiable, etc. Pavarotti, se centró en un número mucho más reducido de papeles, en escena era un armario, dió claras muestras de declive vocal en sus últimos años activo...Sí, pero con todo esto cuando abría la boca y cantaba Una furtiva lágrima, por ejemplo, la magia que creaba era única. Cada uno con sus cadaunadas.

Y ¿Kleiber? ¿Por qué fue tan grande? Casi todo el mundo conoce a Karajan y probablemente tengan algún disco suyo es su discoteca. Y esa es parte de la solución a la pregunta de por qué un músico tan grande es desconocido para la mayoría. Karajan hizo y grabó prácticamente de todo. Mención aparte hay que hacer de su visión comercial y del dominio de las técnicas de marketing. Kleiber era todo lo contrario. Grabó poco, no concedía entrevista y cancelaba muchos de sus esperadísimos conciertos.
Es significativo que además de que sólo tengamos una veintena de grabaciones oficiales, en ellas se repitan muchos de los títulos, así tenemos dos Caballeros de la rosa, dos conciertos de año nuevo o dos sinfonía 4ª de Brahms. Se concentró en un número limitadísimo de piezas y varias veces no concluyó sus grabaciones. Así no se podía competir con el mastodonte mercadotécnico de don Herbert. Peeeeero, cuando cogía el palito y se ponía delante de los señores de frac...

La riqueza de detalles que podemos observar en sus interpretaciones es desbordante. Y una de las cosas que más me gusta es verle dirigir. Primero porque vemos cómo disfruta con la música que hace (algo fundamental) y segundo porque podemos oír la música en sus gestos o ver sus gestos en los sonidos de la orquesta. Sirva un ejemplo: el maravilloso final del 2º acto de El caballero de la rosa en la que el tosco barón Ochs se ilusiona con una supuesta cita amorosa. El video es un poco largo, pero merece la pena la interpretación musical y teatral de Kurt Moll y esperar a al minuto 4.22 para ver a Kleiber en acción y notar cómo extrae la música de la filarmónica de Viena.

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Ya hace muchos años que me convencí de que un buen director es sobre todo una personalidad, un líder que sabe sacar lo mejor del grupo que tiene enfrente. Y eso Kleiber lo personifica como nadie. En los pocos videos que tenemos sorprende la economía de gestos, la elegancia con la que se mueve y cómo esa elegancia se transmite al sonido que produce la orquesta. Economía de gestos pero máxima eficacia. Otra joyita: la polka mazurca "La libélula" en la que consigue que los vieneses nos hagan "ver" el vuelo errático del bichito en cuestión:

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En el video que mejor se ve la musicalidad de sus gestos es en el dvd de un concierto con la Filarmónica de Viena en la Musikverein interpretando la sinfonía Linz de Mozart pero que desgracidamente no está en youtube, y la 2 de Brahms de la que sí existen ejemplos.
En el video vemos, porque se ve muy bien, a un genio haciendo música: su concentración, su control absoluto casi insultante (con una mano en el bolsillo o apoyado en la barandilla del podio), dirigiendo con la mirada a los músicos e invitándolos a tener una idea que deben expresar con su interpretación, los contrastes de dinámicas, la brillantez sonora...sin olvidar en ningún momento la profundidad y hondura de la obra:

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Y si hasta ahora hemos tenido al Kleiber apolíneo, en el que la elegancia primaba en su gestualidad, vamos ahora con el Kleiber patético. Es un concierto en Munich en el que interpreta la obertura de Coriolano de Beethoven. Aquí es todo intensidad y dramatismo. No hay lugar para el relax. Su propio declive físico subraya la tragedia que se describe. El control sobre la orquesta sigue siendo total, pero ahora el director se vuelca en extraer toda la emoción de la pieza de Shakespeare. El resultado deja al oyente atónito. Respetuosamente el público tarda bastante en romper con su aplauso el drama que se ha recreado allí mismo, delante de ellos, únicamente con sonidos. Y con alma.

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Murió discretamente en 2004. Nos legó muy pocas grabaciones en las que disfrutar de "sus" interpretaciones pero con ellas la certeza de que fue un músico irrepetible.

4 comentarios:

  1. No puedo comentar...
    Escribe de algo más........
    Besos.
    Nos vamos a Bayona. Te invito. ¿cando vés¿

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  2. Impera Falum, este tío fue muuuy grande!
    La coriolano es para mearse en las bragas!

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  3. El público nada, como el del Xacobeo Classics o el Via Stellae. Lo mismo.
    Daría lo que fuera por que el de la corbata fosforita estuviera ahí y se pusiera a gritar "bravos". Sería tan bonito ver como los Münchener lo despedazaban vivo...

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  4. Me proclamo a mi misma,como Napoleón (algo gabacha sí que soy),Kleiberiana.
    Un placer leerte.Espero que pronto verte.
    Ratoncilio

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